lunes, 19 de marzo de 2012

Pequeña, morena, ágil,

el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos,
y tu boca tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tu juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.
Pequeña, morena, ágil, nada hacia ti me acerca,
todo de ti me aleja, como el mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva,
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.

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