Cada vez que te vas
no sé por qué, me imagino que cambiarás,
se me ocurre que vas a llegar distinta,
no exactamente más bella,
ni más fuerte,
ni más dócil,
ni más cauta,
tan solo que vas a llegar distinta,
como si en esa temporada de no verte
te hubiese sorprendido a ti también,
quizás, porque sabes como te pienso y espero.
Después de todo, la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales,
ni sobre las almohadas de candor,
ni bajo el cielo opaco.
Tu rostro es la vanguardia.
Lo primero en lo que pienso,
quizás, porque me lo imagino pintado en las paredes de mi cuarto,
con trazos invisibles y seguros.
Tu rostro me mira,
sonríe, rabia, canta,
y eso te da una luz inapagable.
Me imagino que cambiarás, pero,
cuando te veo de nuevo,
haces que me enamore otra vez,
sin preguntarme si has cambiado o no,
y sé que te amaré sin preguntas,
y sé que me amarás sin respuestas.
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