En las praderas donde no crecen más que malas hierbas,
encontré una flor delante de mis píes,
estaba en mi dirección, para que no me pierda,
con una mano la agarré.
Tiré de ella hasta que las raíces salieron,
y encontré lo que echaba de menos.
Me martirizó cada día por aquello,
sé que estuvo mal,
hay un punto del que pasamos y al que no podemos retornar,
sentí la lluvia de la inminente tormenta.
Por tu culpa
no he dormido en tanto tiempo...
Y cuando lo hago,
sueño que me ahogo en el océano,
anhelando una costa, donde apoyar la cabeza.
Todo, por seguir tu voz.
Todo lo que me queda es gritar tu nombre.
Dentro de mis manos,
estos pétalos se deprimen...
secándose, caen hacia lugares lejanos,
pero ahora es demasiado tarde.
Intenté devolver la flor al suelo,
pero, no dejo de mirar atrás,
la echo de menos.
Por tu culpa
no he dormido en tanto tiempo...
Y cuando lo hago,
sueño que me ahogo en el océano,
anhelando una costa, donde apoyar la cabeza.
Todo, por seguir tu voz.
Todo lo que me queda es gritar tu nombre.
Por tu culpa
creo en los ángeles,
no de los que tienen alas,
ni halos en la cabeza,
si no, los que significan un hogar.
¿Cuál es mi hogar si en todos los sitios soy un extraño?
Seguiré tu voz,
todo lo que tienes que hacer es gritar mi nombre.
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