Abrí los ojos. Dos enormes personas me miraban con cara estúpida, y con asombro, como si no me esperasen. ¿Qué les pasa? ¿Acaso no han visto un recién nacido en su vida?
Así nací, envuelta en lagrimas y preguntas, y lo primero que recuerdo es a mi "madre" cogiéndome en brazos y corriendo, como una energúmena, por cierto, por unas escaleras que bajaban y bajaban en forma de espiral. Entonces sentí mi primer sentimiento: miedo.
-¿Qué hace Mamá?- Pregunté, con el tono más inocente que pude.
Lo cual, no hizo más que enloquecer aún más a mi madre, si aún cabe, y que corriese aún más rápido. No lo entendía. ¿Dónde me llevaba?
Entonces la escalera terminó. De repente, todo estaba tranquilo. Estaba en lo que parecía la puerta de un castillo enorme, un castillo negro azabache. Entonces mi madre mi miró, me sonrió y me dijo en el oído:
-Te llamas Azucena, lleva ese nombre con orgullo, pues es el nombre del único ser humano que conocí que valía la pena -empezó a llorar- Lo siento hija... lo siento tanto...
-¿Irme? ¿Dónde? ¿Por qué? ¡Acabo de nacer y me tengo que ir! ¡Ni te conozco! ¿Por qué debería yo i...?
La última pregunta nunca la acabé. Mi "madre" me tiró. Me tiró desde el castillo del cielo. Me tiró, y yo caí. Y sentí el segundo sentimiento de mi vida, y el cuál, aún hoy, me acompaña siempre: odio.
En cuanto su hija nació Cat y Shyn sintieron algo a la vez. Lo habían hecho, acababan de incumplir la ley. Los dioses no se debían unir para no tener hijos, no para discutir. Ahora lo entendían, pero, ya era tarde para los tres... ¡Los tres! ¿Qué harían con su hija? Cat leyó los mismos sentimientos en Shyn, y sin dudarlo un segundo se llevó a su hija corriendo escaleras abajo. Tenía que alejarla de ellos, no debían saber donde estaba... pero... ¿quién? ¿Quién era el que le causaba este sentimiento de miedo? Porque, habéis de saber que Cat y Shyn jamás habían sentido miedo. Nunca. Y sin embargo...
-¿Qué hace Mamá?
¡Su hija! ¡Todavía estaba con ella! Más rápido, tenía que ir más rápido, ¿dónde la puedo llevar?... ¿Con los humanos? Demasiado egoístas. ¿Con los enanos? Demasiado codiciosos. ¿Con los dragons? Muy peligroso. ¿Unicornios? Demasiado estúpidos. ¿Elfos? Demasiado narcisistas... Pero, ¿quién? ¿Quién podía cuidar de su... Az? Entonces se le ocurrió. Y en ese momento las escaleras se acabaron. Le dijo a su hija su nombre, y que lo sentía, ella se enfureció, claro está, no quería irse. Pero, aún así, la lanzó a su destino, el único lugar donde nadie podría influirla.
Shyn estaba estupefacto todavía ¿acababa de tener una hija? Espera, ¿qué es este sentimiento?... Los humanos lo llaman... miedo. O eso creía recordar.
Shyn vio como Cat salía corriendo con su hija, y cinco segundos, exactamente, después de que Cat saliera disparada escaleras abajo: apareció.
-¿Quién... quién eres?- Por alguna razón Shyn titubeaba, sentía una repulsión natural hacia el ser, fuese lo que fuese, que tenía delante.
-Me llamo Xaroth, si es lo que estás preguntando, pero, creo que lo que realmente quieres saber es qué soy.
-S-Sí -¿Por qué me tiembla la voz?-¿Qué eres y qué haces en m-mi castillo?
-Soy el Dios de la justicia, el único que ha cumplido las 12 leyes divinas, y creador de las mismas. El único con poder sobre todos los Dioses, en otras palabras: Soy tu amo. Arrodíllate.
Shyn se arrodilló, su cuerpo obedeció solo, él no quería, es más, quería echarle de aquí, ¿quién se cree que es para entrar en mi castillo?
-Shyn, os he estado observando, y, creo que alguien ha estado haciendo cosas que no debía, ¿me equivoco?
-Cállate... Fuera de mi castillo -Dijo Shyn, intentando aparentar más valentía de la que le quedaba en realidad.
-¿Sabes cuál es la condena de un Dios que incumple la ley, Shyn? -Dijo Xaroth, sonriendo. - La muerte. Pero, a vosotros dos, os tengo preparada una broma mucho más divertida. Os convertiré en lo que más odiáis, pero, antes, traigamos aquí a esa chiquilla- Chasqueo los dedos y Cat apareció con un fulgor, pero, era solo Cat, sin Az.
-¿Dónde..?-
-¡Silencio! ¿Dónde está la chica?- Dijo Xaroth con una voz que dio escalofríos a Shyn y a Cat- ¿Qué habéis hecho con ella? ¡Debe ser erradicada!
-No sé donde está...-
-¡No oses mentirme, asquerosa traidora!- Dio una bofetada a Cat, que sintió la humillación y el dolor por primera vez al mismo tiempo. -¿No me diréis donde está?
Ninguno respondió. Se miraron y aunque ambos tenían miedo respondieron a la vez:
-Nunca...-
-Está bien, pues, tu Cat, vendrás conmigo. Haré que hables, lo juro. En cuanto a ti Shyn, te prometí algo peor que la muerte, y así será, se te sustituirá en seguida de tu puesto de Dios. Eres mortal y no un mortal cualquiera, si no, un tonto humano. Hasta nunca Shyn Dios Sol. Entonces Shyn desapareció y Cat no podía notar su presencia, y de pronto el mundo no parecía tan brillante.
-Cat... si me dices donde está yo podría traértelo de vuelta... Volveríais a ser vosotros dos...
-¿Pero... y ella?
-Ella tiene que morir Cat.
-No...
-Sí, Cat, es por vosotros, dime, ¿a quién amas más?
-No...
-Sabemos la respuesta Cat, dime, ¿dónde está ella?
-Está...- ¿qué podía hacer? No podía dejar de llorar, ojalá nunca hubiese pasado, ojalá volviese a ser ayer... ojalá Shyn estuviera aquí...
-¿Y bien...?
-Está... - No... espera, ella quería a su hija, y Shyn... ¡Shyn seguía vivo! Solo tenía que encontrarlo... tenía que volver con él...- Está... ¡Desaparecida!
-¡Qué estúpida puedes llegar a ser!
Y ambos desaparecieron, sin dejar rastro, y el castillo volvió a quedar en silencio. Hasta que el nuevo Dios Sol ocupó lo que era suyo legítimamente. Y cogiendo sus prendas de oro, salió a despertar a los tontos humanos.
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